viernes, agosto 12, 2005

Cogniciones que, según el libro Qué es el estrés y cómo controlarlo, desatan la conducta estresante:

Voy a fallar nuevamente
Mi cuerpo no me obedece
Todos lo hacen mejor que yo
Voy a quedar en ridículo
Esta vez me desprestigiaré
No tengo control de este asunto

Cogniciones que reducen el estrés:

Cualquiera puede fallar
Lo que me sucedió a mi, puede sucederle a cualquiera
Será la próxima vez
No soy menos que nadie


Es importante, dice el libro, saber que las cogniciones antiestrés se aprenden en la familia, en la escuela, en el trabajo y en la cultura general de una comunidad. Estos pensamientos actúan como amortiguadores del impacto del estresor y su adquisición puede considerarse como una promoción de la salud (believe or not) y una prevención del disgusto y de las enfermedades por estrés.


Creía que estar estresado (a) era una pendejada que sólo le pasaba a los más débiles (yo, la fuerte); hasta que tuve que presentarme a urgencias médicas por un colapso nervioso que estaba a punto de paralizarme la cara (a mi, la fuerte). No lo pude creer.
Pensaba que eso sólo le podía pasar a la gente que no hace ejercicio, que se alimenta mal, que no tiene pareja, que está sola en el mundo.
Yo me alimento bien, tengo pareja estable, hago ejercicio todos los días y vivo en un núcleo relacional activo. A mí, la persona equilibrada.


Afortunadamente la doctora Leyva un día decidió tomar un avión desde Sinaloa y venir a vivir a Tijuana. La doctora Leyva estaba de guardia esa noche. La doctora Leyva conoce mis antecedentes con problemas gástricos y mi desbalance hormonal. Gracias doctora María Antonienta Leya por atenderme y por estar de guardia esa noche.